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Estafas telefónicas se enfocan en residentes Latinos; la policía urge a las víctimas que reporten los crímenes

Stock photo: Fotolia

Estafadores se han centrado en la población latina de la zona en un nuevo tipo de estafa telefónica donde varios individuos se presentan como abogados o títulos similares y exigen que se les hagan pagos a través de códigos de tarjeta de regalo y transferencias electrónicas.

Varios residents en East Marion, Greenport y Riverhead han reportado este tipo de estafa a la policía local durante los últimos meses. La co-presidenta de la comisión anti-discriminación de Southold, Sonia Spar, dijo que muchos otros residentes latinos locales han caído presas pero no lo han denunciado por temor a ser reportados a las autoridades de inmigración.

“Esta es una comunidad que a veces se aísla y prefiere no comentar las cosas debido a que tienen miedo, especialmente ahora con tantos cambios sucediendo en el proceso de inmigración,” dijo.

“Esto podría estado ocurriendo mucho más de lo que sabemos, es muy importante que las víctimas denuncien estafas,” dijo el jefe de policía de la ciudad de Southold, Martin Flatley.

En un caso, la víctima tuvo que enviar incrementos de $350 al Perú para pagar libros en inglés que los estafadores dijeron que pertenecían a trabajadores sociales de los Estados Unidos; En otro caso, alguien llamó desde un número de teléfono que supuestamente marcaba 911 diciendo a las víctimas que les enviaran dinero o que serían reportados a inmigración. Al final, a pesar de las variaciones en la estafa, Spar dijo que el foco de esta estafa ha sido inmigrantes de habla hispana que son indocumentados y hablan poco o nada de inglés.

Los estafadores pueden haber obtenido información de las víctimas a través de un negocio local o a través del directorio telefónico de una persona local, motivo por el cual a lo mejor los trabajadores se enfocaron en individuos específicos en la zona, dijo Spar.

“Rosa”, una residente local que emigró de Guatemala hace 10 años, y una de las víctimas que habló bajo condición de anonimato debido a su estatus legal, dijo que la experiencia la había “cambiado.”

“Fue una de las experiencias más aterradoras de mi vida, pero también una de las más me han enseñado,” dijo.

Todo comenzó cuando recibió una llamada telefónica un día de un número de teléfono de California. Ella era la afortunada ganadora de un concurso en el cual nunca había participado, pero la persona que llamó dijo una amiga, a quien Rosa conocía, la había registrado y, ya que Rosa no hablaba inglés, sería destinataria de un set de libros y DVDs que costaba miles de dólares. Dijeron que se lo enviarían por correo, y no le pidieron nada más.

Rosa no podía creer su suerte.

Después de un mes o así, la misma gente la llamó preguntándole sobre el curso. Ella les dijo que no lo había recibido todavía. El tono de la persona al otro lado del teléfono cambio rápidamente y dijeron que tenían un problema. Era muy importante que Rosa hablara con su abogado. Rosa dijo que fue “transferida” a una mujer que afirmó ser abogada y habló en “términos legales”. La mujer dijo que Rosa era responsable de 15.000 dólares, el precio del curso. Los libros habían sido enviados a Rosa, dijo la mujer, y por lo tanto, ella era responsable de ellos. Tendría que pagar una multa o sería informada a las autoridades de inmigración.

Al día siguiente, Rosa dijo que las amenazas se intensificaron: se había emitido una orden de arresto contra Rosa, según la abogada. El único modo de resolver el problema era pagar una multa de $800, y todo estaría bien otra vez. La única advertencia, dijo la mujer, es que el pago tenía que hacerse comprando y dándoles los códigos de ocho tarjetas de regalo de $100 cada una, y tenía que ocurrir en los próximos 30 minutos.

Para cualquier otra persona la decisión sobre que hacer hubiera sido rápida, eligiendo ir a la policía para denunciar tal crimen, o al menos preguntar sobre el supuesto arresto inminente. En la mente de Rosa, sin embargo, esta simple acción significaba exponerse a sí misma, y a su familia, a las autoridades locales. Debido a que ella es indocumentada, ella sentía que hablar con la policía podría tener posibles ramificaciones que alteraran su vida definitivamente, y ponerla en un rumbo directo a la deportación.

Es este miedo irracional, nacido de la desesperación y la falta de conocimiento, que los estafadores y los estafadores explotan, dijo Spar.

“Sabemos que los miembros de la comunidad latina tienen miedo de ir a la policía, especialmente ahora, pero tienen que saber que los departamentos de policía de la zona están muy interesados en proteger y servir a todos los miembros de la comunidad por igual. Es muy importante para la policía que la comunidad confíe en ellos y establecer una buena comunicación,” dijo.

“En cualquier tipo de estafa siempre es bueno informar de ello para que tengamos una idea de lo que está pasando y podemos alertar al público y evitar que le suceda a otra persona”, dijo Flatley.

Para Rosa, sin embargo, no importaba que ella estuviera siendo atacada precisamente porque es vulnerable y no habla inglés Rosa dijo que sentía mas miedo de ponerse a ella y a su familia en el camino de las autoridades de inmigración. También dijo que no importaba que el dinero que se le pedía que gastara era “dinero para la renta.” Todo lo que importaba para ella ese día, mientras debatía la angustiosa decisión en los pasillos de una farmacia local donde fue a comprar las tarjetas de regalo, era mantener a su familia segura y si seguir estando en las “sombras.”

“Estaba tan asustada en ese momento que hubiera hecho todo lo que me pidieran,” recordó Rosa.

Spar dijo que es muy importante que los latinos se sientan seguros para denunciar los crímenes. Los departamentos de Policía de Southold y Riverhead tienen oficiales que hablan español con fluidez y pueden ayudar a las víctimas de inmediato, dijo.

También dijo que “el Departamento de Policía de la Ciudad de Southold no ha concertado ningún acuerdo con el gobierno federal para ejercer funciones de inmigración y no arrestarán a ninguna persona indocumentada [sin una orden judicial].”

“Todos los miembros de la comunidad tienen que saber que si denuncian un crimen son víctimas y los oficiales de policía nunca preguntarán por su estatus migratorio, ellos serán tratados estrictamente como víctimas de un crimen,” dijo Flatley.

Afortunadamente para Rosa, su historia tuvo un final feliz. Con los 30 minutos casi terminados, Rosa llamó a todo el mundo que conocía, desesperada por algún consejo. Al final una de sus amigas le dijo que le había pasado lo mismo.”Son unos mentirosos y unos estafadores,” le dijo la amiga de Rosa. “No les creas, nosotros lo hicimos, y lo único que pasó fue que nos robaron,” le dijo su amiga.

Las palabras de su amiga le dieron a Rosa el valor que necesitaba ese día. Cuando su teléfono empezó a sonar a los 30 minutos, ignoró las llamadas. Unos días después, cuando el mismo número de California apareció en la pantalla de su teléfono, contestó y cuando le dijeron que esperaban el dinero, ella les dijo que iba a llamar a la policía y que necesitaba que le dieran su información para reportarlos. Los estafadores colgaron y nunca la llamaron de nuevo.

“En cualquier tipo de situación como esta, en primer lugar, informe a su departamento de policía local y en segundo lugar, nunca envíe dinero por algo que le pidan por teléfono,” dijo Flatley.

“He aprendido a confiar en mis instintos,” dijo Rosa. “Le diría a otras personas que están experimentando la misma situación que llamen a la policía y no tengan miedo, tenemos que confiar unos en los otros,” dijo.

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Maria Piedrabuena
María, a multimedia reporter, graduated from Stony Brook University with degrees in journalism and women and gender studies. She has worked for several news outlets including News12 and Fortune Magazine. A native of Spain, she loves to read, write and travel. She lives in Manorville. Email Maria